jueves, 6 de marzo de 2008

La familia saharaui,

Si digo que el modelo de la familia saharaui parece, al menos en una primera impresión, infinitamente mejor que el nuestro no es una exageración producto de la euforia viajera, es la apreciación del profundo sentimiento de arraigo que muestran los miembros de la misma, el cariño que se profesan y la ausencia de distracciones o cachivaches que fomenten la intimidad.
Nosotros pasamos mucho tiempo junto a nuestra familia, sentados o tendidos de costado en la haima, tomando o preparando te, a veces charlando y a veces en silencio, jugando, bailando al son ahora de Enrique Iglesias, ahora de un grupo árabe. He alucinado con su gran capacidad para ingeniar distracciones a pesar de las carencias lo que contrasta con la diversión sin esfuerzo pero con exceso de medios de nuestro "primer mundo".
No hay habitaciones ni puertas, no hay televisores ni messengers y en cambio sí que hay costumbres que fomentan la interacción y la comunicación como el ceremonial del te o comer todos del mismo plato. Esta ausencia de intimidad es para mí el contrapunto de la sociedad saharaui al igual que la ausencia de espacios y momentos para la interacción y la comunicación lo son de la nuestra.

En el preciso instante en que escribía esto en la libreta de viaje, Selma y Dadai estaban encima mío tratando de leerla mientras Muja cogía, a su vez, mi libro de la colchoneta donde duermo y comenzaba a ojearlo sin entender una sola palabra.
Muchas cosas llamaron mi atención pero quizá la última que quisiera destacar es que Lueha la matriarca era la encargada de recoger todos nuestros regalos y luego repartirlos, ella era la que decía lo que había que hacer y cuando hacerlo mientras Lehbib, el patriarca, era el que pasaba menos horas con nosotros y no parecía tener ni tenedor, ni cuchillo, ni pinchar, ni cortar,...
A parte de ellos un homenaje para mis hermanos por una semana: Gabula, Muja, Sibla, Najat, Halimhna, Dadai, Selma y el sobrinillo de dos años Breke.
D.

No hay comentarios: