martes, 30 de enero de 2007

Mi compañera de redacción en Fòrum-grama escribió hace algún tiempo este texto que creo que merece la pena ser leído. ¿Alguna reflexión?.








¿Por qué la guerra?


de Albert Einstein y Sigmund Freud
O.A-E.
Ahora que vivimos en un mundo globalizado, regido por las desigualdades, y donde los conflictos armados protagonizan el panorama político internacional, recuperar las cartas que intercambiaron Albert Einstein y Sigmund Freud reflexionando sobre la guerra en los años treinta no parece del todo fuera de lugar. Por esas fechas, Europa había vivido ya una Gran Guerra sin precedentes conocidos y el contexto político permitía intuir que el continente se encontraba en los albores de otro conflicto bélico, todavía por estallar. En efecto, la Segunda Guerra Mundial llegó. Y con ella, un número de víctimas civiles inconcebible hasta el momento. Pareció entonces que la falta de humanidad de los hombres había llegado a su límite, y que la crueldad y la violencia habían tocado fondo. Sin embargo, el cese de las armas duró poco tiempo. Un nuevo orden internacional trajo consigo nuevas guerras, todas marcadas por la rivalidad de los bloques norteamericano y soviético. Y ni cuando cayó el «enemigo» y los Estados Unidos se alzaron como potencia hegemónica indiscutible a finales de los ochenta, se detuvieron las luchas armadas. Según Ignacio Ramonet[1], se han producido más de sesenta conflictos desde que en 1989 cayó el muro de Berlín, con un saldo de centenares de miles de muertos y más de diecisiete millones de refugiados.
En la actualidad, la producción y el comercio de armas es uno de los negocios más lucrativos del mundo, proliferan en el planeta conflictos bélicos de todo tipo nacidos por razones muy diversas y -como puntal de un sistema globalizado donde la tiranía capitalista y la obtención de riquezas valen por encima de todo- vivimos una nueva guerra mundial contra el «terrorismo». Porque la guerra es, y ha sido siempre, la vía elegida por los gobiernos para resolver los conflictos interestatales.

Una pregunta sobre la fatalidad de la guerra
Desde Caputh (Potsdam), el 30 de julio de 1932, Albert Einstein le lanzó por escrito a Sigmund Freud una cuestión jamás resuelta hasta el momento: «¿Hay una manera de liberar a los seres humanos de la fatalidad de la guerra?»[2] La pregunta, «la más importante de las que se plantean en la civilización»[3] en sus propias palabras, no era de fácil respuesta y Einstein era consciente de ello. Sin embargo, el científico no quiso desaprovechar la oportunidad de poder debatir libremente un tema escogido por él con una persona de su elección que le brindaba la Sociedad de Naciones para formulársela. Pero, ¿por qué precisamente a Freud? Porque el creador de la teoría de la relatividad intuía que la respuesta tenía que ver con las «profundidades del querer y del sentir humanos»[4] y, ¿quién podía tener un mayor conocimiento de la vida de los instintos que él?
La contestación llegó en septiembre. Al principio de su carta, Freud no duda en manifestar su desconcierto frente a esta demanda, cuya resolución le parece más propia de los hombres de estado que de un físico y de un psicólogo. Pero luego -explica- comprendió que Einstein la planteaba, por encima de todo, como «amigo de la humanidad»[5]. Es decir, «como alguien que se posiciona por el bien de todos», «que supera las ambivalencias emotivas y escoge la vía del universalismo», según dijo Freud en otra ocasión y Eligio Resta[6] recoge. Einstein, en todo caso, se consideraba a sí mismo como un pacifista militante; como un combatiente comprometido ética y activamente en contra de la guerra.
Reflexionaremos acerca de este oxímoron y sobre el pacifismo en general en otro punto. Antes de continuar con el discurso, deberíamos detenernos unas líneas para definir los conceptos de guerra y paz, por muy básicos que parezcan, y fijar sus significados. Adoptaremos los establecidos por el filósofo Norberto Bobbio[7]. En su opinión, la guerra es un conflicto entre grupos políticos respectivamente independientes o considerados tales, cuya solución se confía a la violencia organizada. Y existen cuatro tipos: la guerra externa entre estados soberanos, la guerra en el interior de un estado o guerra civil, la guerra colonial o imperialista y la guerra de liberación nacional. Precisemos: cuando en sus cartas Freud y Einstein hablan de la guerra, se refieren siempre a la guerra interestatal, ya que Einstein la consideraba «la más representativa y desastrosa, en tanto que desenfrenada, forma de conflicto entre comunidades humanas»[8]. La paz, a su turno, no es solamente la ausencia de guerra sino la solución, jurídicamente regulada, de una guerra. En otras palabras, es un estado previsto y regulado por el derecho internacional que resulta de un acuerdo con el que dos estados cesan las hostilidades y regulan sus relaciones futuras. Bobbio alerta, además, de que la paz no es un bien absoluto, sino simplemente la condición preliminar para la realización de una libre convivencia.
La guerra, los instintos humanos y las pulsiones
«En los seres humanos anida la necesidad de odiar y destruir»[9]. Este es el argumento con el que Einstein se explica la capacidad de autodestrucción de las masas por medio de los conflictos armados. Freud confirma sus sospechas recurriendo la teoría del psicoanálisis. Hay dos tipos de pulsiones humanas: las eróticas, que tienden a conservar y unir, y las de agresión o destrucción, que tienden a destruir y a matar. De su acción conjunta y antagónica surgen las manifestaciones de la vida, y nunca pueden actuar por separado; siempre aparecen ligadas la una a la otra. De ahí que los intentos de eliminar nuestras tendencias agresivas sean inútiles. Sí que es posible, sin embargo, desviarlas de manera que no lleguen a expresarse en la guerra. ¿Cómo? Por un lado, mediante el amor, estableciendo vínculos afectivos entre los humanos. Y, por el otro, con la identificación; creando solidaridades entre las personas.[10]
Freud asume como algo innato e irremediable que los hombres se dividan en dirigentes y dirigidos. E insiste en que es preciso educar a una capa superior de seres humanos dotados de pensamiento independiente y ajenos a la manipulación de la que con frecuencia es víctima la masa, tal y como lo denuncia Einstein. Para Freud, estas elites, con sus pulsiones sometidas a la dictadura de la razón, deben luchar por la verdad y dirigir a la mayoría dependiente.[11]
Prueba del arraigo de la violencia en los hombres, según el neurólogo y psiquiatra, es el hecho de que los conflictos de intereses entre los seres humanos se resuelvan habitualmente recurriendo a ella. Freud explica la historia humana en base a estos parámetros. «Al principio, en la pequeña orda humana, la mayor fuerza muscular era la que decidía a quién debía pertenecer alguna cosa o la voluntad de imponerse», escribe. Al poco tiempo, la supremacía de la fuerza fue sustituida por las herramientas y las armas. La superioridad intelectual fue desplazando a la potencia muscular bruta, y la aniquilación del enemigo se transformó en su subyugación. Se pasó de la violencia al derecho (el poder duradero de la comunidad) con el reconocimiento de que la fuerza superior de un individuo podía ser compensada por la asociación de de varios más débiles, pero también aquí se mantenía la fuerza, dispuesta a atacar a cualquier opositor del sistema. Sólo si los miembros de un grupo humano reconociesen una comunidad de intereses y surgieran entre ellos vínculos afectivos, la violencia se superaría por a cesión del poder a esta unidad más amplia. «Pero esta condición pacífica sólo es concebible teóricamente», arguye Freud, «pues en realidad la situación se complica por el hecho de que desde un principio la comunidad está formada por elementos de poder dispar y [...] las leyes serán hechas por y para los dominantes y concederán escasos derechos a los subyugados». Es imposible evitar la solución violenta de los conflictos de intereses, porque a partir de esta situación o bien los amos volverán al dominio de la fuerza, o bien los oprimidos provocarán una guerra civil exigiendo más poder e igualdad de derechos.[12] Tal y como resume Eligio Resta[13], la ley áurea de la violencia es la réplica infinita: la mimesis.

La solución política o legislativa
En vistas del poder de la violencia sobre las conductas humanas, cualquier intento de solución política o legislativa será, consecuentemente, difícilmente útil. Parece improbable que una paz perpetua al estilo kantiano pudiera resistir a la naturaleza violenta y de dominación de los hombres. Para ello, según Einstein, convendría una autoridad legislativa y judicial que resolviera todos los conflictos, una organización supraestatal con autoridad para dictar sentencias y con la fuerza suficiente para procurar la obediencia para su ejecución. Pero, ¿renunciarían los estados a su soberanía? Seguramente no.[14] Freud llega a una conclusión parecida. Las guerras sólo podrán impedirse si se crea un poder central con fuerza suficiente. En su opinión, el fracaso de la Sociedad de Naciones, nacida después de la Gran Guerra, se debe a que «no posee poder autónomo»[15].
Las afirmaciones de estos dos grandes intelectuales del siglo XX siguen estando de actualidad en pleno siglo XXI. De hecho, todas las experiencias de constitución de un tribunal internacional para juzgar los crímenes de guerra han manifestado problemas de provisionalidad y legitimidad[16]. Y las Naciones Unidas -la única organización internacional para la resolución de los conflictos y el mantenimiento de la paz- se han visto reducidas a una especie de instancia moral sin apenas capacidad de intervención en situaciones de crisis. Los Estados Unidos tienen, de momento, la impunidad asegurada con su hegemonía.

Pacifismos
En un momento de su argumentación, Freud proclama: «Creo que la causa principal por la que nos alzamos contra la guerra es la de que no podemos hacer otra cosa. Somos pacifistas porque por razones orgánicas debemos serlo». Estas razones orgánicas a las que alude tienen que ver con lo que él define como la «evolución cultural», que no es otra cosa que un progresivo desplazamiento de los fines y las tendencias pulsionales con el fortalecimiento del intelecto y la interiorización de la agresividad. Cuando el proceso cultural nos impone estas actitudes psíquicas nos volvemos en contra de la guerra. Freud lanza así un aliento de esperanza al final de su carta: todo lo que impulsa la evolución cultural actúa contra la guerra.[17] Sólo nos falta, pues, esperar a que la cultura se generalice.
De la interpretación de las ideas freudianas deducimos un pacifismo pasivo, más intelectual que pragmático. Y, sin duda, distinto al de Einstein, quien, como ya señalamos algunos puntos más arriba, se definía a sí mismo como un pacifista militante. El científico, lejos de identificarse con el punto de vista legalizador kantiano, el analítico o fenomenológico de Karl von Clausewitz o con el clasista o populista, estuvo durante muchos años dentro de la corriente pacifista radical, que se oponía a la guerra por razones éticas independientemente de las causas de las mismas. La no-violencia equivale aquí a resistencia activa a la violencia y a la guerra mediante la objeción de conciencia, la insumisión frente al estado, la desobediencia civil, las huelgas y las manifestaciones pacíficas como alternativa.[18] Einstein tuvo que dejar de ser tan radicalmente pacifista al llegar la Segunda Guerra Mundial, el hitlerismo y el estalinismo. Y es que, ¿se puede ser honesto ética y políticamente defendiendo la desobediencia civil y la no-violencia en tales condiciones históricas?[19]
Michael Walzer[20] parece sostener que sí. Cree que no se puede obligar a entrar en combate a los hombres y a las mujeres si han llegado a la convicción de que pueden defender su país sin matar y sin que les maten. Sostiene que la no-violencia (es decir, la desobediencia, la no cooperación, el boicot y la huelga general por parte de los ciudadanos del país invadido) invierte la escalada de tensión del conflicto y disminuye el número de crímenes. Transforma la guerra en lucha política. El agresor es tratado como a un tirano interno o un usurpador. El territorio acabará ocupado por los atacantes, pero éstos tendrán gravísimos problemas logísticos derivados de la imposibilidad de establecer estructuras de transporte, comunicación, de explotar los recursos naturales o de conseguir una producción industrial. Y los costes económicos de la ocupación, por lo tanto, serán inasumibles.
Es evidente que la hipótesis de Walzer resulta demasiado utópica. Es prácticamente imposible resistir pacíficamente al ataque del enemigo cuando éste no tiene escrúpulos de agredir con violencia utilizando todas las armas imaginables. Hasta él mismo reconoce que frente a un enemigo como los nazis, todos se rendirían a sus nuevos amos y obedecerían sus decretos. El país se volvería silencioso, y la resistencia se convertiría en una cuestión de heroísmo individual o de pequeños grupos.[21] ¿De qué serviría entonces tanto pacifismo y no-violencia?
Lo cierto es que el panorama es desalentador. Los movimientos pacifistas tienen las manos atadas frente a la fuerza militar. Su fragilidad frente a las armas abre grietas claras dentro de los movimientos pacifistas y exige que los militantes de la no-violencia mantengan unas convicciones mucho más fuertes que las del soldado que empuña el fusil. Por si fuera poco, a esto hay que sumarle la crueldad de la historia, que ha patentizado que los movimientos pacifistas nunca han sido capaces de parar una guerra. Al menos –y en el horizonte queda la guerra de Vietnam- no antes de que el número de victimas ascendiera escandalosamente. La guerra en Irak es el referente más próximo que tenemos al respecto. Dejando al margen el papel de una ONU débil e impotente, de la que ya hemos hablado con anterioridad; ni los escudos humanos, ni las organizaciones no gubernamentales, ni los millones de manifestantes de todo el mundo que gritaron insistentemente contra una invasión ilegítima e injustificable, lograron evitar el ataque más que premeditado de los Estados Unidos.
Y, sin embargo, en un mundo armado hasta los dientes, con armas de destrucción masiva y ejércitos potentísimos en la mayoría de los países, el pacifismo y la desobediencia civil siguen erigiéndose como los únicos instrumentos para quienes creen en la paz. Afirmar algo así a estas alturas y a pesar de lo dicho puede parecer ingenuo, pero la única manera de combatir la guerra es sobre todo practicando la no-violencia activamente y olvidando la pasividad. Y entonces sí, confiando a la vez, como diría Freud, en que llegará un día en el que la ética, la cultura y las ideas se impondrán a la violencia irracional e impulsiva de los ejércitos y de los cabezas de estado que los dirigen.

[1] Ignacio Ramonet, Guerras del siglo XXI. Nuevos miedos, nuevas amenazas, Barcelona, Mondadori, 2002, p. 19.
[2] Albert Einstein y Sigmund Freud, ¿Por qué la guerra?, Barcelona, Minúscula, 2001, p. 63.
[3] Ibídem.
[4] Ibídem, p. 64.
[5] Ibídem, p. 72.
[6] Eligio Resta, «La enemistad, la humanidad, las guerras», en Albert Einstein y Sigmund Freud, Op. Cit., p. 23.
[7] Norberto Bobbio, El problema de la guerra y las vías de la paz, Barcelona, Gedisa, 1982, pp. 162-164.
[8] Albert Einstein y Sigmund Freud, Op. Cit., p. 69.
[9] Ibídem, p. 67.
[10] Ibídem, pp. 83-88.
[11] Ibídem, pp. 89-90.
[12] Ibídem, pp. 73-78.
[13] Eligio Resta, Op. Cit., p. 40.
[14] Ibídem, 65-66.
[15] Ibídem, p. 80.
[16] Eligio Resta, Op. Cit., p. 44.
[17] Albert Einstein y Sigmund Freud, Op. Cit., pp. 93-94.
[18] Francisco Fernández Buey, Ética y filosofía política, Barcelona, Edicions Bellaterra, 2000, pp. 155-170.
[19] Francisco Fernández Buey, Guía para una globalización alternativa. Otro mundo es posible, Barcelona, Ediciones B, 2004, p. 255.
[20] Michael Walzer, Guerras justas e injustas. Un razonamiento moral con ejemplos históricos, Barcelona, Paidós, 2001, pp. 434-436.
[21] Ibídem, p. 437.

martes, 23 de enero de 2007



Llamadme inocente

Alguien se atreve a teorizar de, ¿por qué motivo a un presidente de los Estados Unidos de América se le puede procesar por impeachment (bochorno según la traducción literal) al dejar que una becaria le haga voluntariamente una felación en el despacho oval y en cambio a otro que lleva sobre sus espaldas la bochornosa muerte de más de 3000 de sus compatriotas soldados y decenas de miles de afganos e iraquíes la mayoría civiles se le deja seguir gobernando?.

¿No creéis que los sucesos deberían seguir una lógica un poco más sólida?. Según la moralidad de los americanos es más reprobable un adulterio, cuantos de ellos no serán adúlteros o peor, y sino que se lo pregunten al senador republicano Edwards (procesado por pederasta) que mandar a tú país, mediante una sarta de mentiras demostradas, a la guerra.

A mí se me ocurre que los que manejan los hilos de este circo utilizan la moral cuando les interesa para lo que les interesa. Es tan valiosa una mamada como el control de unos pozos de petróleo o un gaseoducto. Y tan insignificante como la vida de los puertorriqueños o dominicanos que componen las filas del ejército norteamericano.

¿Cómo los ciudadanos de la superpotencia pueden juzgar un día a su presidente por dejarse chupar el pene y luego esos mismos ciudadanos son capaces de quemar el Corán de los presos de Guantánamo o de dar un trato denigrante a los presos de Abu Graib?, ¿A caso están ciegos o es que los iraquíes son menos que animales?.

Si estamos enviando el planeta a una muerte prematura o en pleno siglo XXI intentamos que los valores de justicia, igualdad y fraternidad sean atendidos en cualquier rincón del mundo, ¿Porqué Estados Unidos no firmó el protocolo de Kyoto y no forma parte de los países que suscribieron el tribunal penal internacional?.

No son suficientes estos síntomas como mínimo para estar mosqueado, como para percibir que algo no está funcionando, como para rebelarse o ejercer el derecho a pataleo, sin embargo no ocurre nada. No ocurre nada mientras lo que arda no sea nuestra casa. Quizás por esos los terroristas estén tan interesados en hacer arder nuestras casas, nuestros trenes, nuestros aviones.

David


lunes, 22 de enero de 2007

Durante mi convalecencia se me ha ocurrido que a parte de comentar la actualidad y compartir algunos sentimientos podríamos hacernos algunas recomendaciones, literarias, cinéfilas, musicales, internautas, incluso descubrirnos o proponer excursiones o visitas. Puro ocio, pura diversión.

Si queréis que vuestras recomendaciones se cuelguen en la página principal del blog tenéis que pedirme que os mande una invitación que tendréis que formalizar. Hasta ahora tenemos derecho a publicar en el blog: Tourist (que soy yo), Wellrivers y Tela. Sino vuestras aportaciones aparecerán como un comentario.

En todo caso comienzo yo con algunas cosillas:





















Para pasar unas horas sin desperdicio.














La Fajeda d'en Jordà a Olot.

En otoño e invierno el verde del musgo contextualiza con el marrón de la hojarasca seca.













Sitges = cultura + gastronomia + marcha

Mirad El racó de la calma. Todo el antagonismo se encuentra en el carrer del pecat.



























EN EL VIDEOCLUB!!!!!!

SUENAN MUY PERO QUE MUY BIEN!!! Y SINO ESCUCHADLOS Y DECIDME.























A mi no sólo no me han defraudado sino que además me han sorprendido. No sería de extrañar que ambas luchen por el oscar a la mejor película del año.

jueves, 18 de enero de 2007

Perversiones del lenguaje y cómo define nuestras ideas

En El Periódico, hoy:

"Ocupado el piso habitado de un vecino del Eixample"

Resulta que unos tipos se han colado en el piso de este hombre, que después de echar a una inquilina que no pagaba el alquiler, tenía previsto reformarlo para vivir él. En el ínterin entre el desalojo y la llegada de los de la reforma se han metido, siempre según este diario, tres parejas en la vivienda y ahora no puede echarlas de ahí.

Vemos con claridad cuál es la posición de El Periódico (que va de progre pero no llega muy lejos...) respecto al movimiento Okupa: una historia que nada tiene que ver con éste, se nos induce a pensar que sí colocando un astuto "ocupado" en el titular.


El otro día Rajoy dijo:

"Parece que en este país sólo hace falta tener dieciocho años y ser español para ser presidente"

Pues sí, señor pepero, así lo dice la Constitución que usted y sus amigos peperos defendían con ardor hace algunos meses.

Pero hay más: con esta frase refleja totalmente su pensamiento, su visión del mundo: aunque tengas dieciocho años (o más de dieciocho, para redondear la afirmación de Rajoy) y seas español, si no estás preparado, y claro está, preparado según su criterio, no deberías poder ser presidente del gobierno de este país.

¿Debe consistir esa preparación en recibir una titulación en la universidad Carlos III o en la Alfonso X? ¿Una licenciatura de la Deusto? ¿Recibir un "degree" en alguna uni yanki? ¿Uno o dos "mastercitos" en los USA? Creo que es a esto a lo que se refiere.

Por tanto, lo que quiere esta gentuza es que nosotros, la plebe, nos quedemos esperando las órdenes del señor. De estos señoritos peperos.

Propongo dejarles la mitad de la Tierra y que se peleen entre ellos, que nuestra mitad ya la gestionaremos con algo más de decencia.

¿Alguna idea más...?

El próximo fin de semana del 9 al 11 de febrero vendrán a Barcelona Maider e Iván. Ellos son dos amigos de Donostia que compartieron con Eva y conmigo el viaje solidario a Perú el pasado verano. A parte de salir y pasarlo bien se me ocurre que estaría bien organizar una cena, en mi piso o en algún bar si somos muchos, donde podamos enseñaros la animación fotográfica del viaje a Perú y hablar de nuevas y posibles experiencias de este tipo que podríamos llegar a organizar para este año o para el que viene.

Si estáis interesados sólo tenéis que decírmelo y ya concretaremos la hora y el lugar exacto.

David
.

domingo, 14 de enero de 2007

¿Has leído "Las venas abiertas de América Latina" de Eduardo Galeano?.

Un ejemplo más de la política hegemónica de los Estados Unidos:

"... para matar vietnamitas, necesitan balas y las balas necesitan cobre: los Estados Unidos compran fuera de sus fronteras una quinta parte del cobre que gastan...En vísperas de la crisis del 29 las inversiones norteamericanas en Chile ascendían a más de cuatrocientos millones de dólares, casi todos destinados a la explotación y el transporte de cobre... El lunes 21 de diciembre de 1970, Salvador Allende habla desde el balcón del palacio de gobierno a una multitud fervorosa; anuncia que ha firmado el proyecto de reforma constitucional que hará posible la nacionalización de la minería... Los Estados Unidos, por su parte, con las piernas presas en la trampa de las guerras del sudeste asiático, no han ocultado el malestar oficial ante la marcha de los acontecimientos..."

3 años más tarde moría Salvador Allende derrocado por el golpe de estado del general Pinochet.

Extrapolarlo a Iraks, Afganistans o Somalias.

En fin,

sábado, 13 de enero de 2007

USA WARS: Episode I

En El Periódico, hoy (p. 11):

"Bush causa alarma por la posible extensión de la guerra fuera de Irak
Los demócratas recuerdan al presidente que necesitaría permiso para atacar a Irán y Siria"

Evidentemente, el permiso de la ONU, que también sería cuestionable, les importa un pito: si lo valida el Congreso, EEUU pueden atacar a quien quiera.

El permiso de la ONU, cuestionable porque no sé dónde viene escrito que se pueda atacar a un país (esto es, vulnerar su soberanía, y creo recordar que tanto Irán como Siria son regímenes democráticos, luego la soberanía reside, al menos en teoría, en el pueblo) sin que éste efectúe agresión alguna a otra nación ni a su pueblo mismo.

Otras perlas de nuestro amigo americano:

El entonces presidente, Lyndon Johnson, en el momento álgido de la agresión de los EEUU a Vietnam:

"En el mundo existen 3.000 millones de personas, y nosotros contamos solamente con unos 200 millones de ellas. Nos superan en una proporción de
15 a 1. Si pudieran hacer lo que quisieran barrerían Estados Unidos y se apoderarían de nuestras posesiones. Tenemos lo que ambicionan."


Y más: en un discurso en Alaska, por las mismas fechas,

" Si hemos de recibir la visita de algún agresor o enemigo, prefiero que la agresión tenga lugar a una distancia de 10.000 millas a que se produzca aquí, en Anchorage."

Y así, podríamos remontarnos hasta mediados del siglo XIX e incluso antes.

Desde nuestra posición de niños ricos-atontados podemos viajar a zonas como Vietnam y ver que se han recuperado, pero pensar también en cómo los putearon. Y quien dice Vietnam dice toda América, desde la frontera mejicana hasta el Cabo de Hornos (e incluso por encima de esa frontera: el actual estado de Texas se independizó de Méjico y posteriormente se anexionó a los EEUU, por presiones del gobierno de éste último, y también porque estaba totalmente habitada por colonos estadounidenses. ¿Os suena esta política? ¿Alguna analogía con lo que ha hecho Israel?), la práctica totalidad del sureste asiático, parte de África... por no mencionar la colonización cultural de Europa y Japón. Seguro que me dejo algunas zonas en el tintero.

Está claro que ninguno de nosotros va a ver el fin del intervencionismo, la opresión, la barbarie, el terror y el genocidio que 'ese gran país' regala al resto de la Humanidad.

¿Alguien tiene alguna idea para acabar con esto?

miércoles, 10 de enero de 2007

Elucubraciones de una noche de verano... en el otro hemisferio (y con bastante sueño ya...)


“Dale a un hombre peces y lo alimentarás un día.
Enséñale a pescar y se alimentará toda la vida.”

Isaías, I, 3.

(Naturalmente, la cita no sé si es así, pero en algún lado la he oído. La atribución a Isaías me la he inventado: me mola el rollo de solemnidad que queda... ¡es que vi el otro día la peli del código d’avinci!)

No es que haya pensao mucho en ello, pero a ver qué os parece:

Si apadrinamos niños en el 3er mundo, estamos realizando una innegable acción solidaria para con nuestros compañeros de especie, asumiendo que la pasta, aunque menguada, llegue en alguna medida.

Dado que el factor clave en que la Humanidad esté muy, muy jodida es la basura estadounidense, y dado que la única manera de hacer algo de mella en esa basura de sociedad es mediante el terrorismo, habida cuenta de que por otros medios (económicos, militares... no vamos a hablar aquí de ‘diplomacia’, claro!) eso es imposible:

¿no será mejor destinar el dinero de un ‘padrinaje’ (¿se dirá esto así?) al terrorismo contra los USA?

No sé, parece muy nazi pero ¿qué pensáis?

jueves, 4 de enero de 2007



ESGUINCE DE TOBILLO


No creo en la mala suerte pero sí en las malas dinámicas y probablemente yo me encuentre inmerso en una de ellas.


Tengo la cabeza repleta de proyectos que difícilmente se cumplirán si no logro administrarme mejor mi tiempo. Entre ellos se encuentran este blog o la incapacidad de quedar más a menudo con mis amigos/as.

Estar pensando constantemente en lo que dejo de hacer me produce intranquilidad y sensación de desasosiego. Una mala dinámica que en mi opinión es tan responsable de mi esguince de tobillo como el mal gesto que realice ayer en la clase de karate del C.E. Cosmos.

Pero ni de esguinces, ni fastidios quiero escribir sino de la experiencia vivida ayer en el Espíritu Santo de Santa Coloma de Gnet.

Gracias a Salva que me acercó en coche, llegué al hospital a la media hora de haberme esquinzado el tobillo izquierdo. Cojeando y con una bolsa de hielo atada al pie mediante una cuerda de saltar a la comba, me recibió una enfermera que parecía, al igual que yo, inmersa en una mala dinámica.

Soy de la opinión de que trabajar a disgusto es una de las peores cosas que le puede suceder a una persona. Pobrecilla. Contesté al interrogatorio. Como llevaba haciendo toda la tarde la enfermera me indicó la puerta de la sala de espera, desoyendo mis dolorosos lamentos y la petición de una silla para tener el pie en alto.

En fin entré en la sala de espera pensando que hay cosas que podrían mejorarse en la época de los viajes turísticos al espacio y los móviles de tercera generación.

¿Cuánto tiempo hacía que no visitaba el hospital de mi localidad?. Desde luego aquello era una pequeña muestra de la transformación de nuestra sociedad. En el tiempo que esperé hasta que me atendieron, aproximadamente dos horas con el tobillo inflado como una pelota de tenis, pude distinguir inmigrantes de una buena variedad de países. En aquella sala esperaban como yo gitanos del este, marroquíes, pakistaníes, hindúes, gitanos autóctonos,… como mínimo. No había ni un lugar para sentarse, sin embargo, al verme entrar entre todos lograron una silla para que pudiese esperar. Desde luego mis compañeros de dolencias me recibieron mejor que la enfermera. Allí me distraje observando los ropajes típicos de cada región que allí estaba representada (saris, piercings, bindis, los andrajos de los gitanos,…), me enternecí al ver que en la adversidad todo el mundo tenía uno o varios acompañantes o que pese al dolor todos aceptabamos el lento degoteo de pacientes y el turno adjudicado.

Una hora de espera después, un enfermero me pregunto por cual era mi afectación aunque tampoco parecía tener muchas ganas de escucharme más de lo imprescindible, hay que decir que el hospital estaba hasta los topes. Una vez más me denegó la silla para alzar el pie, devolviéndome a la sala de espera.

- Deberías esperar al fondo porque es por allí por donde te llamaran- me dijo el enfermero.

– Pero es que allí no hay sillas para sentarme y de pie no puedo estar- contesté yo.

- Lo siento pero el hospital está a tope y no dispongo de ninguna silla- acabó el enfermero.

En la pared de la sala de espera y en la pequeña consulta en la que me recibió el enfermero había colgados diversos carteles que rezaban: “La mejor medicina es el respeto”, o “La violencia no es respuesta” y se veían los ojos de una persona que vestía un gorro y una mascarilla verdes. Posiblemente un enfermero o un doctor. Seguro que dedicando más medios no habría que hacer llamadas al respeto.

Acepté mi destino y me dirigí a la puerta de traumatología ante la que me senté en el suelo. Después de otra hora y media de espera, me atendieron. Debo decir además que con un trato excelente que distaba mucho de la apatía, casi antipatía de los enfermeros que me recibieron.

Mi reflexión es que la sociedad sufre una transformación profunda, evidenciada en mi caso en el llamativo cambio experimentado por las personas que esperaban a ser atendidas en el hospital de mi pueblo, sin embargo, el servicio sanitario sigue con los mismo problemas de hace 10 o 20 años: Incapacidad para absorber el gran número de pacientes y brindarles un trato digno.

Sin embargo inventamos móviles de tercera generación o vuelos baratos. Un poco más de social-democracia y menos incentivación del consumismo señores políticos.

Quizás en la convalecencia encuentre el camino a la buena dinámica.

David.



¿Queréis saber la última?






Tres semanas con la pata chula

martes, 2 de enero de 2007

Sobre la navidad...


...me toca los cojones. Pero de verdad.

Primero, porque no sé muy bien qué pinta una celebración litúrgica a estas alturas de la película. Aunque bien pensado, la humanidad está aún en la prehistoria, por muy avanzados que nos creamos: hambre, pobreza, explotación... y más cerca, tenemos al PP, un Estado que en su constitución dice que es aconfesional pero luego subvencionamos a la secta católica entre todos, cada vez hay más tuneros...

Segundo, porque muestra en toda su crudeza lo hipócrita o lo absurda que es mucha gente: se celebran comidas o cenas familiares en las que sus integrantes no siempre están interesados en estar en ese momento ahí, pero lo hacen... no sé, ¿por qué lo hacen? Tu familia es esa gente a la que te apetece ver. En mi caso incluye a los amigos de mi círculo más íntimo. Pero si no te apetece ir a tal o cual cena/comida familiar, ¿no deberíamos ser sinceros (o desde el punto de vista del anfitrión, comprensivos) y no acudir?

Tercero, porque me toca ir en nochebuena a casa de mis suegros y cantar karaoke después de la cena. Menos mal que me pongo tierno de vino y acabo, no ya cantando con soltura, sino intentando quitarle el micro a otros cuando es su turno... Triste espectáculo pero ¡¡¡poneos en mi lugar!!!

Y encima hace un frío de tres pares de huevos...