martes, 14 de noviembre de 2006

I N D I F E R E N C I A

Habitualmente trato de llegar al instituto con tiempo para preparar las sesiones. Raro es el día en que además de impartir clase no tenga que informar de alguna excursión, de algún trabajo o similar así que en el tiempo que transcurre hasta que suena el timbre aprovecho para organizarme. Yo diría, sin que suene a pedantería o autosuficiencia, que mi ánimo en el previo es bueno, pero luego, durante la clase veo como las atenciones se disipan y raramente vienen a posarse sobre mi explicación, las miradas pululan de un lado para otro sin ningún sentido y los oídos parecen no captar la frecuencia sonora de mis palabras. Este es el comienzo de la espiral hacia los infiernos. Entre frases como: “profe puede volver a repetir” o “ profe eso no lo has dicho” comienzo a desesperarme. Aunque para tranquilizarme pienso en que estos gags también se daban en mis tiempos. Eso no es lo que me preocupa.

Es peor asistir a la ausencia de motivación de la que hacen gala muchos alumnos. Con unos pocos consigo que el chantaje surta efecto y trabajen. Pero con la mayoría, con la preocupante mayoría, acabo chocando con su más absoluta indiferencia. No le dan una oportunidad a las tareas, no me la dan a mí (que me siento cercado por los alumnos y por el programa de la materia), las notas no son importantes para ellos, ni si quiera el título escolar es algo que les preocupe excesivamente y , evidentemente, las regañinas de los padres no los amilanan.

No me malinterpretéis. No me quejo de la dificultad de mi trabajo, que no es poca, me asola ver que una gran parte de nuestra juventud no muestra ilusión por nada de lo que se encuentra en la escuela. Arrastran los pies por el colegio durante unos cuantos años sin llegar a alzar la cabeza para mirar hacia delante. Mientras tanto los profesores discutimos a cerca de si es necesario más disciplina o más proximidad a los alumnos. Pero me da que el problema está en nuestra sociedad.

¿A dónde queréis llegar si creéis que donde estáis, se está bien?


David (tourist)

3 comentarios:

Wellrivers dijo...

"Arrastran los pies por el colegio durante unos cuantos años sin llegar a alzar la cabeza para mirar hacia delante."

¡Grande la verdad y la manera de expresarlo que has utilizado!

Pinta mal la solución. Además, como pareces experimentar en tus propias carnes, parece que la apatía se contagia... a personas como tú, que intentan darles algo que aprovechar en sus futuros.

De todos modos, y lo digo por experiencia propia, aquellos profesores que desarrollan su trabajo con ganas dejan alguna huella en sus alumnos, o, al menos, en aquellos alumnos que merecen la pena tener tu huella. Y eso, tal como están las cosas, es mucho!

Algunos profesores míos tuvieron que sufrirme y, a pesar de no haberles podido demostrarles de algún modo mi gratitud años más tarde, los recuerdo con mucho cariño y casi podría decir de alguno de ellos que son "mis padres..." bueno, "mis tíos intelectuales".

Así que ánimo. seguro que, aunque no recibas feedback, estás haciendo mucho por mucho de ellos.

PD: Un método sencillo de saber cuánto recibe un alumno de sus profesores consiste en observar su grado de tunero. A más tunero el chavalín, me parece a mí que menos ha recibido de vosotros...

Anónimo dijo...

Sí que és cert que sembla que cada dia les coses vagin a pitjor... no sé si la raó és que avui en dia els crios tenen les coses amb més facilitat i per tant, no saben què és lluitar per aconseguir alguna cosa... però jo fa uns anys en part també era com ells: no m'agradava estudiar, ni aprendre, ni passar-me hores a classe... i ara, amb els anys, cada dia tinc més ganes d'aprendre coses, d'investigar, d'anar a classe i compartir coneixements. Qui sap, potser és una cosa que ve amb l'edat, i potser molts d'ells ho vagin desenvolupant amb el temps. En el fons, encara que sembli que no et fan cas, alguns es queden amb les coses. Per mostra, els més peques de la classe de karate :)

Anónimo dijo...

Resulta alentador leer palabras como estas para los que estamos en el otro lado.
Algo les quedará.. nuestro esfuerzo no será en vano.

Sin embargo hay veces que te planteas si realmente, los enseñantes, acertamos en considerar qué es lo importante para ellos (esos pequeños y pequeñas que seran los futuros del mañana).
Deseamos que aprendan,que tengan interés,que se esfuercen por saber y además, pretendemos que disfruten haciéndolo.
¿Pero lo sabemos hacer?
¿O simplemente les vendemos el mundo de los "grandes en miniatura?"

Hace poco hicimos una clase de "EF para una vida sana". Después de comentar, explicar, preguntar, intercambiar opiniones y demás, les pedí que hicieran una MUY BREVE redacción sobre el tema que habíamos tratado.
Las dudas se les apoderaron:
¿Pero qué quiere decir eso?
Eso es lo de no comer muchas chuches, ¿no?

Por dentro me deshice.. por un momento pensé que habíamos estado en clases distintas.

Un par de dias después un mamá me explicó lo que su hija le había perguntado, palabras casi textuales:
- Mama, la panxa del papa es per què no fa vida sana?

Aquesta va ser la meva recompensa.

En un rebaño hay muchas ovejitas, cada una con sus genes, su herencia particular y su origen.

Normalmente siempre van juntas, algunas van por delante, las hay que quedan rezagadas,pero siempre son un grupo.
Cuando una se pierde, ¿de quién es la culpa?